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sábado, 1 de octubre de 2016

Juan de Austria

Nació en Alemania el 24 de febrero del año 1545. Fue militar español, siendo hijo bastardo del rey y emperador Carlos I de España y V de Alemania, sirvió como militar a su hijo y sucesor, Felipe II de España. Bautizado en realidad como Jerónimo, fue criado en Castilla y no conoció a su padre hasta que éste le mandó llamar en su retiro de Yuste (Extremadura) en 1556. Fue Felipe II quien, siguiendo la indicación testamentaria de su padre, le reconoció como miembro de la familia real y le puso el nombre de Juan de Austria, otorgándole honores y rentas dignas de un infante en 1559.


Completó su educación en la Universidad de Alcalá de Henares, pero se negó dedicarse a la carrera eclesiástica. Su decidida vocación militar hizo que Felipe II le pusiera al mando de una escuadra para combatir a los piratas berberiscos en el Mediterráneo en 1568; luego demostró sus dotes militares dirigiendo la represión de la sublevación de los moriscos del reino de Granada en 1569.

Aquel éxito le permitió culminar su carrera militar, al obtener el mando supremo de la flota de la Liga Santa que formaron España, Venecia y el Papado contra los turcos en 1570; frente a la estrategia defensiva que preconizaban sus consejeros más prudentes, don Juan de Austria impuso su criterio de buscar a la flota turca y hundirla, lo que consiguió en la batalla de Lepanto en 1571.


El resonante éxito de Lepanto, que puso fin al poderío turco en el Mediterráneo, avivó las ambiciones de Juan de Austria: Felipe II hubo de descartar prudentemente sus planes de aprovechar la situación para una gran expansión territorial por el Mediterráneo; también rechazó sus demandas de ser reconocido oficialmente como infante con tratamiento de alteza.

Quizá para poner fin a sus pretensiones, el monarca le envió como gobernador a los Países Bajos e 1576, puesto enormemente difícil en el que ya habían fracasado tanto el duque de Alba como Luis de Requeséns; ambos fueron incapaces de poner fin a la rebelión protestante. Para convencer al insaciable don Juan, Felipe II le insinuó la posibilidad de lanzar más adelante una invasión de Inglaterra y colocarle como rey de aquel país junto a María Estuardo.

Pronto comprendió don Juan lo inviable de aquel proyecto, mientras fracasaba día a día en su intento de contener la rebelión de los Países Bajos. Poco consiguió con su compromiso de retirar los Tercios y de respetar las libertades flamencas a cambio de que los rebeldes reconocieran la fe católica y la soberanía española. Las intrigas que organizaba Antonio Pérez en la corte lo pusieron en peor situación con el rey, y los recursos que necesitaba (de hombres y de dinero) llegaban con parsimonia. Murió del tifus contraído durante una campaña militar.

Viendo cerca su muerte, víctima de una fallida operación de hemorroides que junto al tifus o quizás un posible envenenamiento lo llevaron a esa situación de deterioro de su salud. El victorioso en Lepanto nombró sucesor en el gobierno de los Países Bajos a su sobrino Alejandro Farnesio y escribió a su hermano pidiéndole que respetase este nombramiento y que le permitiera ser enterrado junto a su padre. No en vano, en el momento de su muerte, el 1 de octubre de 1578, Don Juan de Austria se encontraba aislado políticamente y profundamente herido en su espíritu por la falta de confianza que le había transmitido Felipe II. Solo al fallecimiento de su hermano, el Rey se percató de la perniciosa manipulación que estaba ejerciendo Antonio Pérez sobre él y, en consecuencia, de la injusticia que había cometido.

El cadáver de Don Juan de Austria fue trasladado a España, después de ser seccionado en tres partes para evitar que pudiera caer en manos enemigas y posteriormente unido de nuevo. Según las fuentes, el estado de sus restos tras el viaje era bastante calamitoso, faltándole la punta de la nariz y otras partes. Y como queriendo redimirse del injusto trato que le dio en sus últimos años de vida, Felipe II situó su escultura en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Un obsequio para un hombre que no dejó nada en su testamento, «porque nada poseía en el mundo que no fuese de su hermano y señor el Rey».



Fuentes:

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/juan_deaustria.htm

http://www.abc.es/espana/20150224/abci-juan-austria-muerte-hemorroide-201502232130.html

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