La expedición a Túnez representa el apogeo militar del reinado de Carlos I, el emperador que fue capaz de reunir un ejército multinacional que, en su momento, deslumbró a Europa.
Eran años de auge de las acciones corsarias, que fueron adquiriendo fuerza hasta convertirse en una auténtica pesadillque hizo que Carlos I andara un poco preocupado. A los turcos les faltó poco para conquistar Viena tras ocupar la isla de Rodas y apoderarse de Hungría. Sin la ayuda de los refuerzos españoles hubieran tomado Viena sin problemas. Carlos I de España quería asestar un golpe duro al poder turco, que tanto amenazaba en el Mar Mediterráneo, iniciando la campaña para conquistar Túnez.
Con una gran escuadra (74 galeras y 30 galeotas y fustas, que llevaban unos 24.000 soldados y 2.000 jinetes) desembarca en junio de 1535 con los tercios españoles en Cartago. En una jornada de mucha calor, el ejército imperial cerca la fortaleza de La Goleta, que estratégicamente era la llave de la ciudad y del puerto de Túnez.
El 4 de julio, unos 500 jenízaros de la Goleta hicieron un esfuerzo desesperado contra las trincheras de los españoles, que estuvieron a punto de entrar en la fortaleza tras perseguir a los que sobrevivieron al ataque.
El 14 de julio, tras un furioso cañoneo de las baterías en tierra y la artillería embarcada se consigue abrir brechas en la fortaleza, lo que hacía caer La Goleta y con ella más de 300 cañones, algunos de ellos venían de Francia, 40 galeras y algunas pequeñas naves más. Entraron las banderas de Hernando de Vargas y Alonso Carrillo, en primer lugar, a la fortaleza y luego después lo haría Carlos I liderando a sus tropas luchando como un soldado en muchas ocasiones, en marcha hacia Túnez. Pedro Gaitán fue el que puso la bandera imperial en lo alto de La Goleta, dejando así sellada la victoria definitivamente. En la vanguardia aparecían los tercios, formados por 4.000 veteranos de Pavía y Nápoles, y en segunda línea 10.000 infantes que reclutó el Duque de Alba recientemente. En retaguardia estaban los bisoños, bajo la protección de las galeras que navegaban cerca.
En la persecución de las tropas musulmanas destacó como cambatiente un franciscano, fray Ludovico que con un espíritu de cruzado arremetió el solo contra muchos herejes herido de un balazo.
Esa marcha a Túnez tras tomar la Goleta resultó ser un infierno debido a la calor y la falta de agua, así como los ataques de los turcos que el jefe Barbarroja mandaba. Mandó un primer ejército de 10.000 turcos para distraer y agotar al ejército imperial, pero los veteranos españoles con sus tácticas y experiencia guerrera aseguraron la victoria. Tras presentar Carlos I batalla los 30.000 turcos que quedaban, estos se retiraron a Túnez. La jornada había acabado en ese día y los imperiales saciaron su sed con pozos y descansaron entre olivares.
Al día siguiente se emprende de nuevo la marcha hacia Túnez y vieron como 5.000 cristianos cautivos se levantaron contra Barbarroja y los suyos. El jefe de la flota del sultán, Barbarroja, huye con sus tropas tras ver como los cautivos luchan con pudor, además de que los tercios llegaban a la ciudad liderados por Carlos I. El Emperador dio permiso a sus solados para poner Túnez a saco el 21 de julio de 1535 y premió a los soldados más valerosos y distinguidos sobre el mismo campo de batalla por el valor que sus soldados demostraron durante la campaña.
El reino de Túnez fue entregado al destronado Muley Hassan, que quedó vasallo de Carlos I y cedió a España la plaza fuerte de La Goleta.
Fuentes:
Tercios de España: La infantería legendario. Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez de Toca.
Vientos de Gloria. Grandes victorias de la Historia de España. Fernando Martínez Laínez.
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