Estaba claro que los ejércitos españoles en batalla estaban formados, por supuesto, por españoles, pero también por compañías extranjeras (italianas, alemanas, valonas, entre otras) que por una u otra razón ayudaban a nuestra causa.
Por ejemplo, en la guerra de Flandes, llegó a haber 104 compañías de tropas valonas, aunque incluían soldados españoles, en su mayoría catalanes. La infantería valona solía mostar lealtad a españa pero tenían tendencia a desertar para estar más cerca de sus familias. Felipe V decidió formar la nueva guardia real a principios del Sglo XVIII incluyendo tanto a valones como españoles, lo que indica su fiabilidad como soldados. Felipe II aumentó el número de valones antes que otros soldados de otras naciones en nuestros ejércitos por, como dice el cronista Zubiaurre, "son buenos soldados y los más baratos".
Los alemanes, tenían piqueros excelentes pero como todas las cosas... tienen sus cosas buenas y malas, y los alemanes tenían un carácter mercenario y una mala disposición para los asaltos. El duque de Alba, antes de la guerra en Portugal prefirió su presencia antes que la de los italianos.
Los italianos, al igual que los españoles, se formaban en tercios. Los italianos eran súbditos del rey de España, ya que Nápoles, Lombardía y Sicilia, formaban parte de la Corona hispana, y ese motivo los hacía más fiables que otros soldados extranjeros.
En el campo de batalla, ni la nacionalidad de las tropas ni el hecho de pertenecer a unidades distintas se consideraba un obstáculo para formar un mismo tercio. En la batalla de Alcántara que salimos victoriosos en 1580, se reunieron dos mil arcabuceros españoles de seis tercios, en mangas de trescientos. En cuanto a las picas, se hicieron tres escuadrones: uno con el Tercio Viejo de Nápoles y banderas de los de Sicilia y Lombardía, otro con el tercio de Enríquez, y el tercero, con los tercios de Zapata y Niño.
Además de la batalla de Alcántara, en el sitio de Amiens, los sitiadores realizaron un ataque con dos destacamentos. Uno, de cuatrocientos cincuenta hombres, con infantes españoles, picas irlandesas y mosqueteros valones. El otro, de doscientos cincuenta hombres, compuesto por españoles y gentes de las "naciones", nombre que hacía referencia a los soldados de nacionalidad no española.
Había rivalidades o "piques", como es normal, ya que cada grupo de soldados de un país tenían sus costumbres, actitudes y forma de entender la vida distinta a la de los demás grupos. Los españoles tenían primacía en la designación de mandos, aunque no fue a raja tabla, ya que grandes jefes militares como Ambrosio de Spínola o Alejandro Farnesio triunfaron en los mandos de nuestros ejércitos.
En la guerra de Flandes, los italianos destacaron por su valentía y arrojo en el campo de batalla, lo que hizo que fueran tratados con especial diferencia por su compatriota Alejandro Farnesio. Esto creó mucho recelo en la tropa española, que se quejó por el favoritismo y agravios comparativos.
Surgieron insultos entre los soldados de cada nación. Los españoles llamaban a los franceses "borrachos" y "meavinos" ; los franceses a los españoles "rateros" y "ladrones"; los alemanes a los suizos "cavamali" (ordeñadores de vacas); los suizos a los alemanes "pùercos" y "bribones"; y por último, a los italianos se les llamaban "bujarrones".
Diferentes estudios han puesto de relieve que los españoles representaron solo el 16,7 por ciento de media de los soldados que lucharon bajo el reinado de Carlos I. En lo referido a los ejércitos que tomaron parte en la guerra de Flandes desplazados desde Italia, ya en el reinado de Felipe II, un 14,4 por cierto eran españoles. Los problemas demográficos de Castilla, no obstante, disminuyeron aún más el porcentaje de españoles avanzado el siglo XVII. En la batalla de Nördlingen, Felipe IV financió un ejército de 12.000 hombres que fue recibido con vítores de «¡Viva España!» por las fuerzas alemanas de Fernando de Hungría, aunque, en realidad, solo 3.200 eran españoles (cerca del 7 por ciento del total de las fuerzas imperiales).
Más allá de las cifras en sí, los españoles conformaban la élite dentro del ejército imperial, para quienes quedaban reservadas las posiciones más expuestas en batallas y asaltos, donde más peligro se corría pero también donde era más probable destacar. En tanto, sus habilidades en el combate (todas las fuentes del periodo, nacionales y extranjeras, dan fe de su superioridad) hacían merecedores a los oficiales y soldados de estos privilegios.
Fuentes:
Tercios de España: La infantería legendario. Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez de Toca.
http://abcblogs.abc.es/archivos-desclasificados/2015/08/17/porcentaje-espanoles-en-los-tercios-de-flandes/
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