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miércoles, 24 de agosto de 2016

Defensa de Cádiz contra los ingleses



El hecho representado es la defensa de Cádiz frente al ataque, iniciado el primero de noviembre de 1625, de una escuadra inglesa compuesta por cien naves y diez mil hombres al mando de sir Henry Cecil, vizconde de Wimbledon. La defensa de la plaza estuvo al mando de don Fernando Girón y Ponce de León, veterano militar de las campañas de Flandes y consejero de guerra, que había sido nombrado gobernador por el rey, tras ofrecerse él mismo en un discurso que pronunció el 8 de febrero de 1625 ante el Consejo de Estado. Enfermo de gota y prácticamente impedido, tuvo que dirigir las operaciones, como muestra el cuadro, sentado en un sillón. Le auxiliaron en las operaciones el duque de Fernandina, don García de Toledo y Osorio, al mando de doce galeras, el marqués de Coprani, don Pedro Rodríguez de Santisteban (quien, acompañado por el marqués de Torrecuso y el almirante don Roque Centeno, mandaba otros catorce navíos recién llegados de Indias) y el octavo duque de Medina Sidonia, don Manuel Pérez de Guzmán, quien movilizó las milicias de los pueblos cercanos llegando a reunir 6.000 hombres. Los ingleses entraron en el puerto de Cádiz el primero de noviembre y, tras cañonear y lograr la rendición del fuerte del Puntal, desembarcaron 10.000 hombres que se apoderaron de la Almadraba de Hércules, pero vieron su avance detenido ante el puente de Zuazo, defendido por el marqués de Coprani y el corregidor de Jerez, Luis Portocarrero. Desmoralizados y hostigados por las fuerzas españolas, abandonaron el campo de batalla el día 8 dejando sobre él 2.000 hombres entre muertos y ahogados, al reembarcarse con la prisa de tomar sus esquifes, según expresión del cronista Matías de Novoa. Como otras acciones de guerra conmemoradas en el Salón de Reinos, está dio lugar a una pieza teatral: La fe no ha menester armas y venida del inglés a Cádiz, de Rodrigo de Herrera. Como ha hecho notar Patricio Prieto Llovera, en el lienzo se identifican perfectamente las diversas partes del campo exterior de Cádiz y se aprecian las escaramuzas navales y las luchas alrededor del fuerte del Puntal y de la Almadraba de Hércules. En el primer plano, sobre las murallas, en la zona hoy conocida como Puerta de Tierra, aparece a la izquierda, don Fernando Girón, sentado, con una muleta en la mano izquierda y la bengala, o bastón de mando, en la derecha. El personaje al que Girón transmite sus órdenes, y que está de pie en el centro, es, sin duda, como ya señaló Ceán, don Diego Ruiz, su teniente de maestre de campo. El resto de los personajes han sido identificados, tentativamente, de forma diversa. Es muy probable que el caballero santiaguista que está junto a Ruiz y vuelve la cabeza hacia los tres de la derecha sea don Lorenzo Cabrera y Orbera de la Maestra, corregidor de Cádiz y castellano de su fortaleza, que estaba mutilado del brazo izquierdo por acción de guerra. No existen indicios fiables para fijar la identidad del resto de los personajes. El que aparece a la izquierda, tras Girón, ha sido identificado a veces (por Ceán y otros) como el duque de Medina Sidonia, pero dada su posición subalterna y teniendo en cuenta que lleva un papel en la mano, es posible que, como apuntara Serrera sea simplemente un ayudante o el secretario de Girón. La carta de pago y finiquito publicada por Caturla muestra que Zurbarán cobró 1.100 ducados por los diez quadros de pintura de las fuerzas de Hércules y dos lienzos grandes que ha hecho del Socorro de Cádiz [...] para el Salón grande del Buen Retiro. El registro de dos cuadros de Zurbarán relacionados con el Socorro de Cádiz, plantea un problema que hoy no estamos en disposición de resolver. El registro en el inventario de 1701 del cuadro desaparecido en la Guerra de la Independencia (Otra [pintura] [...] del Marqués de Caderita con la Armada de España) no ayuda a esclarecer la cuestión y no hay dato alguno que parezca referirse al segundo lienzo realizado por Zurbarán.

Fuente:

El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, pp. 134-137.

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