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jueves, 22 de septiembre de 2016

Socorro de Brisach


El lienzo representa la liberación de la ciudad de Brisach, el 16 de octubre de 1633, del sitio a que estaba sometida por el rhingrave protestante Otto Luis. Con esta acción culminó la campaña del duque de Feria de 1633, destinada básicamente, a mantener libres las comunicaciones entre el Milanesado, Alemania y los Países Bajos, en las que Brisach tenía un papel estratégico fundamental. Con todo, fue, como otros éxitos conmemorados en el Salón de Reinos, una victoria efímera: Brisach se perdería cinco años más tarde, el 17 de diciembre de 1638. En el lienzo aparece en primer plano el duque de Feria, don Gómez Suárez de Figueroa, quien, como en los cuadros en los que representó Carducho, está armado con loriga, luce la banda roja de general y lleva el bastón de mano en la derecha. Visto de espaldas, está montando a caballo en posición de corveta (con el anillo levantado sobre sus cuartos traseros) y vuelve la cabeza para atender a lo que le dicen un joven oficial que aparece de pie, a la izquierda, señalando hacia el campo de batalla, y un alabardero que se acerca al caballo. Junto a él, un grupo de caballeros con armadura. En segundo término caminan a pie los arcabuceros, precedidos, más allá, por los alabarderos, que custodian las banderas y los carros de municiones. Entre ellos y la ciudad, un fortín incendiado, y, al fondo, Brisach, en la que penetran las tropas españolas. Aunque el esquema compositivo es el mismo que el de los cuadros de Carducho, en este se hacen patentes las enseñanzas de Velázquez. Las lanzas del primer término traen a la mente las de La rendición de Breda y se considera generalmente que la pose del duque de Feria está tomada directamente del retrato del Conde duque de Olivares, a caballo, del sevillano, aunque la fecha de éste no está claramente establecida y se pueden aducir precedentes que podrían hacer pensar en una fuente común. En cualquier caso, los avances de Leonardo hacia el naturalismo y su absorción de las lecciones velazqueñas quedan firmemente establecidos en la figura del joven oficial del primer plano.

Fuente:

El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 140).

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