El Correo empezó a institucionalizarse como Servicio en el Siglo Xvi. El cargo de Correo Mayor aparece en el reinado de los Reyes Católicos. El Rey Católico necesitaba recibir noticias y mantener una comunicación con su ejército, en especial con su infantería española. Pero el Tercio carecía de servicio postal, tanto desde el punto de vista oficial como desde el particular. Sin embargo la red de los Tassis (apellido de la familia que creó la gran red de comunicaciones de Cralos I de España y V de Alemania) estaba por todas partes, al menos para el correo normal, y, periódicamente, por determinados itinerarios, las necesidades quedaban cubiertas. Pero todo el correo extraordinario tenía que utilizar medios distintos de los establecidos por el Gran Correo del Imperio. El correo extraordinario era frecuente durante la guerra, por la importancia de la situación y de la permanente posibilidad de modificaciones. Para la seguridad de este correo se aplicaban todos los medios disponibles y sistemas de seguridad para que llegasen en buen estado. Los principales conductos eran los correos de los mercaderes, muy numerosos dado el volumen de los negocios.
Cuando resultaban insuficientes aquellos medios sistematizados, y la necesidad premiaba, convenía crear un correo apropiado. Por ejemplo, al saber Felipe II que el Duque de Alba había entrado en campaña, esperaba por horas, de noche y de día, las cartas que llegaban desde Flandes, para saber de inmediato los movimientos del Duque y los resultados de los conflictos que se protagonizaban. Tan ávido de noticias estaba, que ordenó asegurar el correo en ambos sentidos, entre la costa cantábrica y las flamencas. Todos los medios eran buenos para enviar noticias, sobre todo en tiempos de guerra, cuando las comunicaciones se hacían difíciles: comerciantes, sirvientes, militares de permiso, etc.
Exclusivamente para los correos oficiales, y específicamente militares, utilizaba el Tercio con preferencia capitanes, soldados particulares o alféreces,. El correo iba duplicado e incluso repetido más veces, por distintas vías, mediante diferentes sistemas de portadores, por mar y por tierra. Muy pocas veces el correo no llegaba, ya que sería mucha casualidad que los encargados del correo sufrieran accidentes o ataques por las distintas vías que lo llevaba,
Todos aquellos sistemas eran rápidos. Un correo directo entre la corte de Felipe II y los Países Bajos, por Francia, solía tardar medio mes. Además, un correo desde Madrid a Barcelona por Zaragoza tardaban unos siete días, sin embargo desde Sevilla a Madrid solo tres días. Aunque algunas veces resultaba un sistema lento, ya que en 1653 el Consejo de Castilla se lamentaba mucho de la tardanza del correo que llegaba desde Flandes por el motivo de que uno invirtió quince días desde Irún a Madrid.
Según la importancia de los informes, empleaban un código cifrado que se modificaba csda cierto tiempo, pero los asuntos de gravedad, sutiles o secretos de la guerra debían confiarse verbalmente a un militar de calidad o grado suficientes, para que de palabra los trasladase a los destinatarios, y no confiar en cualquiera, ya que si un correo fuera puesto en manos equivocadas o enemigas, el futuro de las expediciones o campañas se vería incierto y negativo para el Imperio.
Fuentes:
http://www.blogarama.com/my-life-blogs/90939-lo-seo-blog/5459595-correos-siglo-xvi
LOS TERCIOS. René Quatrefages.
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