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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Origen y definición de los Tercios Españoles

Antes de que los soldados se reagruparan formando los tercios, estos y sus antepasados lucharon durante siglos contra los moros finalizando en la Guerra de Granada culminando la Reconquista. En España todos iban a la guerra, desde los reyes, pasando por nobles hasta los más vulgares campesinos.

 
Al acabar la Reconquista el escenario bélico cambió y la amenaza venía del Norte. Entonces, Fernando el Católico dictó que cada pueblo tuviera uno de cada doce hombres hábiles por si el rey los llamaba a la guerra. Estas primeras formaciones defendieron Cataluña, Navarra o Nápoles, además de conquistar plazas en el Norte de África.

La ordenanza de 1495 establecía el proceso de reclutar y pagar a una serie de compañías durante un tiempo limitado siempre que hubiese amenaza. Por ejemplo, en el conflicto con Francia sobre la hegemonía de Italia, la corona tuvo que mantener permanentemente fuerzas en Sicilia, Nápoles y Milán. Tras la larga permanencia de estas tropas, el ejército no fue una institución hasta 1534. En los campamentos había soldados de muchas naciones: alemanes, valones, croatas, italianos… La cuarta quinta parte de estos ejércitos eran soldados de infantería y el resto a caballo.
En 1534, la infantería sufre una nueva variación, creándose los tercios, que se compone de tres coronelías y estas a su vez en cuatro compañías.
 
En 1536, en la Orden de Génova se acuña el término “tercio” para referirse a cada una de las tres agrupaciones de tropas. Cada una debe contar con compañías de trescientos hombres. Partiendo de una infantería anormalmente numerosa, pero organizada y armada de una manera convencional, llevo a unidades permanentes, dotado del más moderno armamento y con una estructura peculiar. Su superioridad residía en la utilización de armas portátiles de fuego, especialmente el arcabuz.
 
Desde finales del Siglo XVI España y durante 150 años España se convierte en una de las mayores potencias militares del mundo, con una fama ganada a la fuerza en numerosas batallas. La piedra angular de aquel ejército que tanta gloria dio a España eran los Tercios Españoles. Eran solo un porcentaje pequeño de los ejércitos multinacionales de los Austrias.
Estas  unidades fueron flexibles con hombres que se adaptaban a las disposiciones reales de cada momento. Los Tercios estaban formados entre 15 y 20 compañías de unos 300 hombres cada uno que podían llegar a formar 3.500 soldados, pero estas cifras eran teoría. Las compañías no superaban los 150 hombres y el tercio no pasaba de 1.500 hombres. Pocos combatientes han tenido más confianza en sí mismos que la infantería española de los tercios, soldados veteranos que se tenían por la mejor fuerza del mundo.
La temible eficacia de los Tercios era la combinación de armas blancas, como la pica y la espada, con armas de fuego, como el arcabuz y mosquete. Fue una estrategia muy innovadora y avanzada en su época. Se formaban escuadrones de picas flanqueados por mangas de arcabuceros. Esta agrupación fue heredada del modelo suizo que acabó con el predominio de la caballería pesada en el campos de batalla. Pero los tercios mejoraron la estrategia suiza al fragmentarse ya que podían formar escuadrones menores y más móviles.
 
Los Tercios podían recibir el nombre por su zona de asentamiento en Italia y el nombre podía perdurar durante decenas de años como el caso del Tercio de Sicilia, Lombardía, Cerdeña o Nápoles. Los soldados que caían eran reemplazados por nuevos reclutas. También podía llamarse por el nombre del maestre de campo, su forma de luchar, el sitio donde deslumbró su valor y arrojo… Por ejemplo, el Tercio de Granada o el Tercio de Fuenclara. Estos podían cambiar de nombre, por ejemplo el Tercio de Fuenclara que luchó en Nordlingen pasó a llamarse de Garcíez nueve años más tarde en Rocroi.

Fuentes:

- El ejército español en la Guerra de los 30 años. Pablo Martín Gómez.

- Tercios de España: La infantería legendario. Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez de Toca.

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