La pólvora era elemento imprescindible en los ejércitos de la Edad Moderna, existiendo para ello varios tipos según se tratara de hacer poco ruido, de que hubiera poco fogonazo y de que fuera para armas cortas o para cañones.
La pólvora se fabricaba a partir de tres elementos básicos: Azufre, Salitre y Carbono. Diego García de Palacio en sus Diálogos Militares, publicada en México en 1583, nos explica la función que cumple cada uno de ellos en la mixtura:
El azufre es propio para hacer fuego con llama y en esta propiedad excede a los otros dos materiales, es decir, es un material fácil de prender, siendo su función básica la producción de energía suficiente para la ignición del salitre.
El Salitre es una mezcla de nitrato de sodio y nitrato de potasio y su combustión es muy violenta. En palabras de García de Palacio, si solos el azufre y el salitre mezclados se aprehendiesen de fuego en un instante, con la poderosa ventosidad del salitre, apagarían la llama sin quemar sino muy poca parte de la materia, surgiendo la necesidad de incorporar como tercer elemento el Carbono.
Así que para enmendar y suplir este defecto se le mezcla y añade el carbón dicho, el cual es de tal naturaleza que, tocado por la llama del fuego, luego se enciende y se convierte en fuego, sin llama. Y cuanto éste es más sacudido por algún viento tanto más se enciende y conserva, hasta convertir su sustancia en ceniza, lo que permite que la deflagración se produzca con toda la pólvora cargada obteniendo así el impulso de toda la energía disponible.
La mejor pólvora para uso de arcabuces precisa de las siguientes proporciones según García de Palacio:
– Siete partes de salitre bien refinado, dos de azufre, una de carbono y hacerse ha según el arte y saldrá la mejor de las pólvoras comunes, siendo como han de ser los simples, bien preparados y buenos.
Para hacer pólvora limpia de gran potencia y calidad, recomienda hacer carbón con cáscaras de naranja: echadas las cáscaras en una olla nueva y muy tapada, se pondrá al fuego hasta que se encienda y ponga como brasa, que entonces las cáscaras estarán hechas carbón, del cual se tomará una libra y siete de salitre y once onzas de azufre.
Añade además García de Palacio otra receta para confeccionar una pólvora de excepcional calidad con la que no se oiga el trueno como el que comúnmente se suele hacer: tomando cinco partes de buen salitre, una de azufre y otra de carcoma muy seca en lugar de carbón, y junto y molido […], se irá amansado con sangre de cordero o cabrito, en lugar de agua.
En cuanto a la composición de la pólvora para el uso de la artillería da el autor dos tipos de proporciones para su elaboración, según la cantidad que se desee hacer:
– Nueve partes de salitre, dos de azufre y tres de carbón.
– Cien partes de salitre, diez de azufre, treinta y seis de carbón.
Tanto Bernardino de Escalante como Diego García de Palacio coinciden, en sus respectivas obras, en que la carga de pólvora adecuada para un cañón será la de las dos tercias partes del peso de la bala.
Por último, la pólvora para uso de arcabuz deberá ser granulada: se granujarán [granularán] lo más a menudo posible, que así tendrán mas propio y acomodado uso para el arcabuz, debido a que la sustancia de polvo fino dificulta la carga del mismo. Sin embargo, no tendrá necesidad de granujar las pólvoras que hubieren de servir para la artillería, pues gracias al diámetro de la boca, no ofrece dificultad la recarga.
Fuente:
http://www.gehm.es/edad-moderna/tercios-de-espana-composicion-y-elaboracion-de-la-polvora-de-arcabuces-y-canones/
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