Esta pintura representa la batalla librada en Fleurus, cerca de Bruselas, el 29 de agosto de 1622, entre las tropas de la Liga Católica, comandadas por el general don Gonzalo Fernández de Córdoba, y las de la Unión Protestante, bajo el mando del conde Ernesto de Mansfeld y del príncipe Christian de Brunswick. La importancia de la victoria estribó en haber librado Bruselas, gobernada por Isabel Clara Eugenia, de la amenaza de las tropas protestantes, que habían entrado en los Países Bajos por el Hainaut. La batalla, en la que entraron en liza 6.000 jinetes y 7.000 infantes por parte de los protestantes, y 2.000 jinetes y 8.000 infantes por parte de la Liga Católica, se saldó con la derrota de aquéllos, que dejaron sobre el campo, además de sus banderas y la escasa artillería con que contaban, 1.200 muertos. Las bajas de la Liga Católica apenas llegaron a 200 muertos y 400 heridos. La noticia de la victoria, cuyo alcance se vería reducido por el hecho de que las tropas protestantes vencidas y puestas en fuga lograron unirse poco después a las holandesas, llegó a Madrid el 19 de septiembre, dando lugar a una comedia de Lope de Vega titulada La mayor victoria de Alemania o La nueva victoria de don Gonzalo de Córdoba. Por su parte, Quevedo hizo una extensa descripción de la batalla en su Mundo caduco y desvarios de la edad. Don Gonzalo de Córdoba, hijo del cuarto duque de Sessa y hermano del quinto, había nacido en Cabra (Córdoba) en 1585 y moriría en 1635 en Montalbán (Teruel). Luchó con sólo dieciocho años en las galeras del segundo marqués de Santa Cruz y después prestó, como general, importantes servicios de armas en Flandes, el Palatinado e Italia. La victoria de Fleurus le valió el título de príncipe de Maratea, concedido por Felipe IV en 1624. Cuando se pintó el cuadro del Salón de Reinos su reputación se había visto, sin embargo, arruinada al fracasar en 1626 en su intento de tomar Casale. En el Gabinete de Dibujos y Estampas de los Uffizi se conserva un dibujo con dos jinetes, procedente de la colección Santarellí, y atribuido por éste y los historiadores posteriores a Antonio Tempesta, pero que, como mostró Pérez Sánchez, es un estudio preparatorio para el grupo del primer plano de este cuadro. El propio Pérez Sánchez ha recordado que, en el momento de su muerte, Carducho poseía varios volúmenes de grabados de Tempesta. Parece lógico deducir que las escenas de batallas pintadas por Carducho, Cajés, Castelo y Leonardo, que muestran planteamientos similares, tuvieran como principal fuente de inspiración los grabados de Tempesta, aunque también se han aducido otras posibles fuentes como los grabados de Maarten van Heemskerck con victorias de Carlos V y los de Giovanni Stradano con victorias de los Medici. Leticia Ruiz ha señalado, entre los grabados de Tempesta que pudieron servir de inspiración para los cuadros del Salón de Reinos, dos series de 1612 -Guerras de los romanos contra los bátavos e Historia de los siete infantes de Lara- y otras dos de 1613 -Vida de Alejandro Magno y Batallas bíblicas.
El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 128.
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