Hoy hacemos un inciso, queremos dar publicidad de una página web literaria llamada Zenda. Por los cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes nos invitan a escribir un relato sobre cómo Don Quijote atacaría los molinos. Hay premios valorados en 2.000 y 1.000 euros
Os dejamos el enlace para que recibáis más información: ¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?
Nuestro relato es el siguiente:
Iban Sancho Panza y Don Quijote
paseando, uno encima de su burro y otro encima de su fiel Rocinante, cuando de
repente vieron como por el horizonte se asomaban unas figuras gigantescas. Entonces
el hidalgo Don Quijote, alto como un pino, de brazos largos con un escudo en
uno y una espada en el otro, casco enganchado en los latiguillos de la silla de
montura debido al calor abrasador de aquella mañana, dijo con ardor:
- ¡Mire amigo Sancho! Confírmeme
que lo que estoy observando frente a mis ojos es un ejército de gigantes
armados para sembrar el terror en nuestras tierras. Puedo divisar como están
emitiendo burlas hacia nosotros, debemos de actuar o seremos unos renegados de
nuestro honor para el resto de nuestras vidas.
- ¿De qué gigantes habla amo? Yo
lo que veo son unos molinos, falta de pintura en sus paredes, que suenan en
nuestros oídos por sus grandes aspas.
- ¡Mire usted Sancho Panza, la
cobardía no va con mi persona! Baje de su burro, póstrese y rece por una
victoria honorífica que celebraremos con un banquete. Aún no sientes ese
sentimiento de defender estas regiones y el conjunto de personas que enriquecen
su entorno.
Don Quijote, sin más que decir,
desempuñó su espada y la alzó a la luz del sol abrazador de aquella mañana.
Entonces gritó:
- ¡Adelante Rocinante, carguemos
contra aquellos indeseables gigantes!
Agitó las riendas de su caballo y
despegó hacia ese grupo de molinos enormes que se encontraban a tan solo
doscientos metros. Sancho se echó las manos a la cabeza y tapó sus ojos para no
ver la locura que iba a realizar en unos instantes su amo, mientras desesperado
intentó advertir por última vez que no eran gigantes, sino imaginaciones suyas.
Esas imaginaciones no sólo se
iban esfumando a medida que se iba acercando a los molinos a lomos de su
caballo. Faltaban unos cincuenta metros para la embestida, cuando Don Quijote
miró a ambos lados y vio como aparecieron dos jinetes acompañándolo. Uno de
ellos con mostacho y perilla, y el otro con una cara de piel clara y melena de
pequeño tamaño. Su cara cambió por completo, no podía creer que en ese ataque
iba acompañado de Álvaro de Bazán, el marino invencible de Lepanto, y Gonzalo
Fernández de Córdoba, el Gran Capitán que creó el mejor ejército de la
historia.
- ¡Al invasor, Don Quijote! Dijo
el marino Álvaro de Bazán.
Mientras, Sancho no sabía con
quien hablaba su amo que terminó por darse la vuelta y no ver tal desastre.
Apenas segundos antes de la
embestida, un trozo de madera salió disparado de un molino y cayó delante de
Don Quijote y Rocinante, haciendo que este último se asustase y de un salto
derribó a su dueño al suelo. El golpe en el suelo no hizo que sus alucinaciones
desaparecieran, ya que oyó decir:
- ¡Alonso, ninguna pieza de
artillería nos detendrá! ¡No deje solos a dos héroes de España! Álvaro atacará
por el flanco izquierdo, mientras yo atacaré por el derecho. Ocúpese del núcleo
duro de la tropa enemiga, nos veremos cuando acabemos de derrotar a estos
gigantes que por su voz parecen ser turcos.
Y sin más, Don Quijote se levantó
del suelo, cogió su escudo y espada marchando hacia los molinos con tal energía
y furor que parecía mentira que apenas unos segundos antes había caído con
violencia al suelo.
Entonces, Sancho Panza
consecuencia del choque entre su amo y los molinos se giró y vio tal disparate
que fue corriendo hacia él para detenerlo. Don Quijote fruto de su locura no
era consciente de lo que estaba haciendo. Daba espadazos a la pared de un
molino, cuando de repente vio venir a escasos metros a su fiel escudero
diciendo lo siguiente:
- ¡Sabía que no me dejarías solo,
ni a mí ni a dos héroes de las Españas!
Sancho empezó a mirar a todos
lados, ya que creía que los dos héroes a los que se refería Don Quijote eran
los dueños de los molinos, pero no encontró a nadie. Intentó detenerlo cuando
una aspa lo atropelló de lleno dejándolo herido en el suelo.
- ¡Mi señor! Lo avisé, tanto va
el cántaro a la fuente que al final se rompe…
- Sancho no se quede ahí parado y
ayúdeme, debo recuperarme y seguir con la batalla.
En el momento que Sancho agarró a
su amo se dio cuenta que había quedado inconsciente debido al golpe anterior y
lo retiró arrastrando de aquel lugar. Echó agua sobre su cara y despertó. Ya no
había alucinaciones, preguntó a Sancho que hacía allí y cuando su escudero le
dijo todo lo que había sucedido no podía creérselo.
Unos instantes después, Don
Quijote y Sancho ordenaron todo su equipaje y siguieron la aventura.
Vale.
#MolinosQuijote
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