La batalla de Jodoigne ocurrió en octubre de 1568, donde nuestras tropas españolas vencieron al ejército rebelde holandés. Nuestro ejército estaba liderado por Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Duque de Alba. Si hubiera que introducir esta batalla en una campaña militar, sería en el marco de la Guerra de los Ochenta Años.
En los primeros días del octubre de 1568, Guillermo de Orange reclutó un ejército de mercenarios para recuperar los Países Bajos de los Habsburgo.
Guillermo quería entrar en escena de forma rápida contra los españoles, pero el Duque de Alba no se arriesgó a que su ejército perdiera la batalla, pues no tendría fácil recomponer sus tropas y sustituir sus bajas.
El Duque de Alba usó una estrategia bastante efectiva, ya que dejó pasar los días mientras se producían las escaramuzas. Nuestro Duque de Alba sabía de las dificultades económicas que tenía
Guillermo, así que no podría mantener el núcleo fuerte de su ejército durante mucho tiempo. Y que razón tenía, que empezaron a producirse motines en las tropas rebeldes. En ese instante el Duque estuvo dispuesto a entrar en batalla. El líder de los rebeldes, Guillermo, se dirigió a Francia para unirse con soldados que los hugonotes franceses le enviaron de refuerzo.
La batalla de Jodoigne estuvo caracterizado por pequeñas escaramuzas, tan solo hubo una de grandes proporciones en el río Geete.
Guillermo de Orange mandó un grupo de cinco mil arcabuceros mandando por el Conde de Hoogstraaten para proteger al ejército mientras cruzaba el río. El Duque de Alba mandó a su hijo Fadrique junto con la caballería y cuatro mil arcabuceros atacando y derrotando a la retaguardia enemiga. Entonces un oficial del ejército español preguntó si se podría cruzar el río y atacar al ejército de Guillermo, pues la respuesta del Duque de Alba fue sorprendente: "Es a los soldados a quienes corresponde querer cruzar y combatir, no a su comandante".
De entre los enemigos se encontraban unos 21.000 infantes y 9.000 jinetes, mientras el ejército español estaba compuesto por 16.000 infantes y 5.500 jinetes. El resultado fue cuanto menos esperado, ya que de nuestro ejército cayeron en combate 20 soldados. Sin embargo, en el ejército de Guillermo murieron 3.000 rebeldes y hubo 27.000 desertores.
Al día siguiente, Guillermo de Orange entró a Francia con su ejército derrotado donde no tuvo más opción que disolverse al perder a la mayoría de los arcabuceros y al quedarse sin dinero para pagar a sus soldados. Por lo tanto, aquí finalizó el intento de invasión gracias a la bravura de los Tercios Españoles.
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