Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico tenía su atención fija
puesta en el milanesado, una zona de dominio francés la cual ansiaba poseer y
sobre la que creía fervientemente tener el derecho legítimo de regentar.
Irremediablemente ante este hecho el Imperio Español entró en guerra contra el
Reino de Francia cuyo objetivo era dominar toda la Península Itálica. Carlos I
consiguió un potente aliado, el papa. De esta forma se creó una gran coalición
que aglutinaba las fuerzas españolas, las alemanas y las papales a cuyo mando
estaba Próspero Colonna oficial del ejército español. Con un ejército, que tras
ser reforzado, llegó a ser de 18.000 hombres puso rumbo a Milán y ante la
posibilidad de sufrir grandes pérdidas tomando la ciudad, decidió aislarla
cortando sus líneas de comunicación.
Por su parte las fuerzas
francesas también tenían un potente aliado, Venecia, cuyas fuerzas combinadas
con las galas sumaban una cifra cercana a los 25.000 combatientes de los que
muchos eran mercenarios suizos los cuales se quejaban constantemente de la
tardía en la que llegaban las pagas por lo que las deserciones comenzaron a ser
un gran problema para el alto mando francés.
La Batalla de Bicoca supone un
antes y un después en la historia militar junto con la Batalla de Ceñirola. Las
armas blancas comenzarán desde entonces a perder progresivamente el protagonismo
que históricamente han tenido en favor del plomo. Las armas de fuego portátiles
comienzan a ser a partir de la Batalla de Bicoca las grandes dominadoras de los
campos de batalla y ningún ejército a partir de entonces podrá poner tal
afirmación en entredicho.
La batalla tendría lugar al
norte de Milán, fuera de sus muros, en una pequeña localidad hoy absorbida por
la propia Milán llamada Bicoca.
El mando español,
personificado en la figura de Próspero Colonna decide no atacar frontalmente la
formación de piqueros suizos que por su parte debido a la falta de pagas, exigen
una batalla inminente. Sabedor de esto, Colonna sitúa el grueso de sus tropas en
lo alto de una loma. Los piqueros suizos son junto a los tercios españoles , la mejor infantería del mundo. Sus cuadros perfectamente
formados y muy disciplinados han sembrado el terror en los campos de batalla
desde hace dos siglos y los ejércitos enemigos se lo tienen que pensar mucho a
la hora de atacar dichos escuadrones de frente. Sin embargo, sus técnicas y
sobre todo su equipamiento comienza a estar obsoleto.
Sabedor de la situación,
Colonna permite una carga frontal de los cuadros de picas suizos mientras que
sus tropas se limitan a mantener terreno en posición defensiva. Los piqueros
suizos avanzan confiados en una fácil victoria pues se creen superiores y saben
que les ampara otra superioridad mayor aún, la superioridad numérica. Sin
embargo, en cuanto los suizos comienzan a subir la pendiente que les separa del
ejército imperial, su ritmo tiene que decrecer para mantener la formación y su
avance se ralentiza considerablemente. En cuanto los suizos están al alcance del
fuego de los arcabuces españoles, estos abren fuego simultáneamente descargando
una andanada de plomo que diezma considerablemente las fuerzas helvéticas.
Detenidos en seco por la caída de sus camaradas de primera fila las formaciones
suizas son un blanco fácil para las armas de fuego españolas incluida la
artillería. Es entonces cuando las bajas suizas aumentan al ritmo que les
permite a los españoles el recargar desatándose una auténtica masacre entre las
filas del país alpino.
Los suizos se tienen que
retirar del combate sin ni siquiera presentar batalla, la matanza se cobra la
vida de al menos 3.000 suizos sin que ningún español, alemán o italiano aliado,
fuese hecho herido, muerto o prisionero por la fuerza enemiga. La única baja que
tuvo que lamentar las tropas imperiales fue la de un muerto por culpa de una coz
de una mula. Desde entonces el término "Bicoca" se utiliza como sinónimo de algo
fácil.
Es importante destacar que era
la primera vez que los cuadros suizos se tenían que retirar de una batalla lo
que sin duda fue un gran logro para el ejército imperial de Carlos I, logro que
vaticinaba un cambio de época en el dominio de los campos de batalla. La pólvora
y los Tercios españoles se perfilaban como los grandes dominadores de la nueva
guerra.
Fuente: Batallas de Guerra
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