¡Maldita herencia la del Sacro Imperio! Eso tuvieron que pensar en más de una ocasión los diferentes monarcas españoles. Corre el año 1624, el Imperio Español está en una situación que ninguna otra nación del mundo aguantaría. Actualmente tiene guerras con la mayoría de países Europeos, entre ellas destaca la guerra por Flandes en la que las provincias holandesas unidas buscan su independencia bien apoyadas por Inglaterra que busca debilitar a España para convertirse en la mayor potencia colonial del mundo. De momento es obvio que la guerra le esta costando una gran cantidad de recursos a España. No obstante su ejército encabezado por los Tercios pone todo su empeño en salir victoriosos de la contienda.
Ambrosio Spínola se dirigió a Breda con 18.000 hombres para cercarla. Breda era una ciudad clave por su importancia estratégica, por lo que estaba muy bien defendida no solo por estructuras sino también por 14.000 hombres. Spínola sabedor de que no podría tomarla, decidió aislarla de refuerzos y suministros esperando que esta se rindiese. El cerco fue completado el 28 de Agosto de 1624, y se preveía que sería un sitio largo y sangriento.
En cuanto se tuvo noticia del asedio de la plaza, Mauricio de Nassau mandó 8.0000 infantes de refuerzo para auxiliar a Breda e intentar levantar el cerco español. Al conocer esto los servicios de espionaje españoles informan a Spínola. Este ordenó cavar una serie de trincheras, túneles etc. que constituyesen un entramado defensivo con un doble objetivo: el primero, defenderse de un ataque por parte de los refuerzos exteriores, y por otra atacar directamente la ciudad a través de dichos túneles. Para realizar tal obra el propio Spínola y sus oficiales tomaron la pala y ellos mismo ayudaron a construir las defensas. Además el ejército español se preparaba para el duro invierno de Flandes con temperaturas muy bajas debido a la posición geográfica de la plaza. Desde la propia ciudad, también se construyeron una serie de cotratúneles cuya finalidad era dejar inoperativos los españoles. Este trabajo fue hecho con mucha eficiencia por los asediados que esperaban con ansia la llegada de los prometidos refuerzos. No obstante sabedores de la gran importancia de Breda, los defensores habían previsto un largo sitio, por lo que sus reservas eran enormes, tan cuantiosas que duraron hasta 11 meses de asedio.
Desde que a finales de verano acabaron las obras del entramado defensivo, hubo combates casi a diario sobre todo subterráneos por los diferentes túneles en los que se libraban luchas que multitud de veces acaban con soldados enterrados vivos. Pasados los primeros dos meses de asedio los cadáveres comenzaron a aflorar fruto de los combates librados entre flamencos y españoles. Estos traerían un enemigo casi peor que los propios españoles para los defensores de Breda. Las enfermedades, peste y escorbuto comenzaron a hacer mella entre a tropa holandesa. No obstante entrado el invierno y con las noticias de que los refuerzos se acercaban su predisposición a rendirse era nula. Los sitiados estaban mostrando una actitud heroica y aguantaron con valor el sufrimiento con el que se vivía dentro de aquellas murallas.
En Febrero los refuerzos llegaron, en total 6.000 ingleses y 2.000 daneses. Para neutralizar a estos últimos una fuerza de 300 infantes ligeros, 158 piqueros y 65 ballesteros Españoles se dirigió hasta lo alto de un montículo avanzado desde donde impidieron el paso a lo daneses a pesar de ser 4 veces inferiores en número. La ventaja de la altura unida al buen hacer español en las artes militares (nada que ver con la escasez de destreza danesa) hizo que la desventaja numérica española fuese una mera anécdota. Los 6.000 hombres ingleses aprovecharon para intentar tomar Amberes cortar los suministros españoles y que estos tuviesen que levantar el cerco pero la ofensiva fracasó. En mayo aprovechando una tormenta que camuflaba el ruido de los cañones, desde Breda se lanzó un ataque para levantar el cerco, pero los españoles en alerta y apoyándose en sus posiciones defensivas anteriormente creadas rechazaron a las diezmadas tropas sitiadas que tuvieron que volver a retirarse a la ciudad.
Una última bala para levantar el sitio de Breda eran los refuerzos ingleses que habían fracasado en la toma de Amberes. Ante el temor que infundían las tropas españolas Federico Enrique Nassau líder de las tropas de refuerzo mandó un espía para saber los días que los sitiados podían resistir. El hombre que envió resultó ser un doble agente que trabajaba para Spinola. De esta manera logró engañar a los refuerzos haciéndoles creer que solo podrían aguantar 11 días, por lo que ante la imposibilidad de efectuar un socorro efectivo en tan poco tiempo las fuerzas inglesas se retiraron. La ciudad quedaba aislada sin nadie que la ayudase, y aunque continuó aguantando estoicamente durante unos días más, el 5 de Junio de 1625 se rindió tras ofrecer Spinola una rendición honrosa por la valía mostrada por los defensores de la ciudad.
La rendición de Breda se convertiría en la mayor victoria de Spinola, y una de las más importantes por su valor estratégico de la guerra en Flandes
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