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jueves, 23 de febrero de 2017

La encamisada que dio inicio a la victoria de Pavía

Durante la noche del 23 al 24 de febrero, el Marqués de Pescara envió varias compañías de soldados “encamisados” (denominados por portar camisas blancas sobre las armaduras para diferenciarse de los enemigos en los combates nocturnos) con el objetivo de abrir brecha en los muros de las defensas francesas y penetrarse en ellas causando el máximo daño posible. 



Una vez tomada la posición y rotas las defensas, una buena parte del ejército imperial se adentró en territorio francés. Entraron primero 1.400 caballos ligeros y el Marqués del Vasto con 3.000 arcabuceros (2.000 españoles y 1.000 italianos); tras ellos, lo hicieron la caballería imperial apoyada por el resto de los españoles de Pescara y los alemanes que constituían el grueso, finalmente, los italianos con 16 piezas de artillería ligera.

Sin más visión que la oscuridad de la noche, el contingente imperial avanzó a través del terreno francés repartiendo todas las cuchilladas posibles a los franceses. Sin embargo, y como era de esperar, el plan tuvo un repentino fallo: los galos advirtieron al poco la presencia del ejército de Pescara.

Corrían las 6 de la mañana cuando, alertados por el ruido, los galos tomaron posiciones alrededor de la parte norte de su campamento. De hecho, las sospechas ante un posible ataque imperial inquietaron tanto a los centinelas que enviaron a una unidad de caballería ligera y a un contingente de infantería suiza para reconocer el terreno.

No habían pasado ni unos minutos cuando esta fuerza se encontró con la vanguardia del ejército de Pescara que entraron en contacto donde los suizos consiguieron apoderarse de varios cañones imperiales antes de entrar en contacto con los alemanes, pero pronto comenzaron a ceder terreno. La lucha fue a muerte.

De esta forma, en plena noche y con una visibilidad nula debido al precario tiempo que castigaba las tierras italianas, se inició la Batalla de Pavía. Espada contra escudo y pica contra armadura, los franceses lograron en un principio acabar con muchos hombres de Pescara pero, finalmente, la tenacidad imperial se terminó imponiendo y, tajo aquí, sablazo allá, los galos acabaron perdiendo ímpetu y cedieron terreno.

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