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lunes, 22 de junio de 2015

Blas de Lezo

(Oyarzo, 1689 - Cartagena de Indias, 1741) Almirante español que participó en numerosas acciones navales durante el reinado de Felipe V. Lezo organizó la protección de los dominios españoles de Chile y Perú contra los piratas, dirigió en 1732 la toma de Orán y, como Comandante general de Cartagena de Indias, defendió la ciudad del ataque inglés (1741).
 
Blas de Lezo de Olavarrieta nació a principios de 1689 en la antigua Oyarzo, al pie del monte Ulía, en el País Vasco. Fue bautizado en la iglesia de San Pedro, de Pasajes, el 6 de febrero de 1689. Era nieto del capitán Pedro de Lezo, que en 1657 había ganado ejecutoria de nobleza, e hijo de Pedro Francisco de Lezo y Agustina de Olavarrieta, quienes habían contraído matrimonio en 1683. Se crió a orillas del mar Cantábrico, en un hogar de marineros, rodeado de cuentos fantásticos de pesquerías insólitas y viajes fabulosos.

En 1702, cuando sólo contaba con trece años, ingresó como guardia marina en la Armada franco-española, en plena guerra de sucesión al trono español (1700-1714). Su educación y preparación las adelantó en París y sirvió por primera vez en la flota del primer almirante el conde de Tolosa, bastardo de Luis XIV; en la batalla de Vélez-Málaga, el 24 de agosto de 1704, el apenas adolescente Blas de Lezo perdió la pierna izquierda de un cañonazo, fue ascendido a alférez de alto bordo y continuó en el servicio con una pierna de palo.


 
Pese a su limitación física, el joven marino sirvió con entusiasmo y en 1705, como alférez de navío, asistió al socorro de Peñíscola; en 1706 condujo varios convoyes enviados desde Francia a Felipe V, aspirante borbón al trono español y nieto de Luis XIV, quien se hallaba acampado en Barcelona. En ese mismo año Blas de Lezo atacó e incendió por primera vez un navío inglés, el Resolution, cerca de Ventimiglia. Al año siguiente la adversidad volvió a ensañarse en él, pues, siendo comandante de un destacamento que defendía el fuerte de Santa Catalina, en Tolón, contra el furioso ataque del duque de Saboya, perdió el ojo izquierdo. Empecinado, continuó en el servicio. En 1708 ascendió a teniente de navío en el puerto de Rochefort y en 1710 a capitán de fragata. Dos años después pasó al servicio de la Armada española, a las órdenes del gaditano don Andrés de Pes.
 
El 11 de abril de 1713 se firmó la Paz de Utrech, en virtud de la cual la casa de Austria renunció a sus derechos sobre el trono español y éste pasó a manos de los Borbones. Sin embargo, el puerto de Barcelona no quiso entregarse y resistió por más de un año el asedio franco-español, el cual terminó con el asalto a la ciudad, el 11 de septiembre de 1714. En uno de los combates, el 14 de agosto de 1714, el capitán de fragata perdió el brazo derecho.
 
Así, a los 25 años de edad, Blas de Lezo había sido mutilado en la mitad de sus miembros. Sus paisanos guipuzcoanos lo llamaban en vascuence "Anka-Mortz" (Medio-Hombre). Luego de una corta recuperación, se reintegró al servicio y viajó a Italia con la escuadra que traería a España a la reina doña Isabel de Farnesio. En 1715, Blas de Lezo asistió a la reconquista de Mallorca que encabezó don Pedro de los Ríos.
 
Tras la guerra de sucesión, la Armada española se dedicó a contrarrestar la acción de los piratas ingleses y holandeses, causantes en buena parte de la depredación económica de España. Blas de Lezo fue comisionado a ese servicio. En 1716, como comandante de El Lanfranco, condujo los galeones de Nueva España que debían llevar a la metrópoli un cargamento de plata. Inmediatamente después pasó a formar parte de la escuadra de Urdizo y Martinet contra los piratas del Mar del Sur, en cuyo servicio permaneció catorce años, durante los cuales navegó continuamente a lo largo de las costas del Perú y de Chile. En repetidas ocasiones el marino español logró derrotar a los corsarios enemigos y se convirtió en toda una leyenda por sus sorpresivos ataques contra los bucaneros.
 
El 5 de mayo de 1725, Blas de Lezo se casó en Lima con doña Josefa Pacheco: la ceremonia se efectuó en la hacienda de la Magdalena, presidida por fray Diego Morcilla, arzobispo de la ciudad. Fruto del matrimonio fue un hijo, bautizado el 1 de junio de 1726; pero el novio se volvió a la mar a cumplir con sus deberes. El 18 de agosto de 1730 regresó a Cádiz, donde fue nombrado comandante de la Escuela del Mediterráneo. En calidad de tal acompañó, en diciembre de 1731, al infante don Carlos (futuro rey Carlos III) a Italia, a tomar posesión de los ducados de Toscana, Parma y Florencia. Allí también brilló el genio guerrero del guipuzcoano, pues al mando de seis navíos atacó Génova y consiguió para la Corona dos millones de pesos que inmediatamente fueron invertidos en la planeada expedición de Orán.
 
Libia y Mauritania significaban un reto para España, pues allí había fracasado su afán de conquista. En la expedición de Orán, que zarpó de Alicante el 15 de junio de 1732, Blas de Lezo figuró como segundo comandante de la escuadra que, entre el 25 y el 28 de junio, conquistó esa ciudad. Confiado del triunfo, el contingente regresó a España y con él Lezo escoltó ciento veinte embarcaciones de transporte. Pero dos meses después, los berberiscos intentaron recobrar la perdida plaza, acción en la que murió el gobernador, el marqués de Santa Cruz de Marcenado. Al conocerse la noticia, el "Medio-Hombre" fue comisionado para desbloquear el sitio. Lo logró con siete velas y veinticinco transportes. El 6 de junio de 1734, fue promovido a teniente general de la Armada y nombrado comandante general de Cádiz. Para entonces, la salud de Blas de Lezo estaba muy dañada. El 15 de mayo de 1735 otorgó testamento en Madrid y por esos días hizo pintar su retrato.
 
Nombrado jefe de la escolta de los galeones de Tierra Firme a finales de 1736, partió de Cádiz el 3 de febrero de 1737 con dos navíos, ocho mercantes y dos registros, escoltando los galeones que se dirigían a Cartagena de Indias. Arribó a este puerto el 11 de marzo de 1737. Las tirantes relaciones entre España e Inglaterra estaban a punto de romperse; una gran flota al mando del almirante Edward Vernon zarpó rumbo a América con la misión secreta de apoderarse del Darién y partir en dos los dominios españoles para romper la comunicación entre los virreinatos del Perú y México.


 
A la llegada de Blas de Lezo a Cartagena, el principal puerto de la América española estaba prácticamente desguarnecido: los fuertes de la bahía lo eran sólo de nombre, los cañones eran demasiado frágiles y no había munición suficiente para abastecerlos, ni recursos para consolidar las defensas y adquirir armas adecuadas. Era presa fácil para la experimentada Armada inglesa, que rápidamente había conseguido importantes logros al atacar La Guaira y La Habana. Vernon mismo, con seis navíos, había tomado el indefenso puerto de Portobello y la desembocadura del río Chagre, ocupación que el almirante inglés comunicó a don Blas el 27 de noviembre de 1737.
 
El guipuzcoano tuvo dos reacciones: una, avisar el 24 de diciembre al marqués de la Ensenada sobre la angustiosa situación de Cartagena; otra, responder su carta a Vernon, el 27 de diciembre, en términos de abierto reto. La reacción de éste no se hizo esperar y el 7 de febrero de 1740 algunos navíos ingleses cañonearon el puerto desde la distancia. Pocos días después, el 23 de febrero, falleció el gobernador de la plaza, don Pedro Fidalgo, y Blas de Lezo asumió el mando. Rápidamente improvisó la defensa, instaló en tierra varios cañones de los barcos y cerró con una cadena el paso de Bocachica. La avanzada inglesa tuvo que volverse dos veces a Jamaica.
 
El 21 de abril llegó a Cartagena de Indias el recién nombrado virrey del restablecido Virreinato del Nuevo Reino de Granada, el teniente general de los Ejércitos Reales y comendador de Calatrava, Sebastián de Eslava, con dos navíos y algunas municiones, e inmediatamente se dedicó a reparar el castillo de Bocachica y los fuertes, a reparar las armas y aprovisionar municiones y a entrenar militarmente a la improvisada tropa. Entre tanto, el almirante inglés había reunido en Jamaica la escuadra más numerosa y fuerte que vieran jamás los mares americanos.
 
Entre el 13 y 15 de marzo de 1741, la escuadra del almirante Vernon ocupó dos leguas frente a Cartagena, con más de 140 naves, 36 de ellas navíos y el resto fragatas, transportes, brulotes y bombardas, con novecientos hombres de desembarco y dos mil negros de machete. Las fuerzas de Cartagena eran netamente inferiores: seis navíos de línea, siete galeones de comercio y algunas embarcaciones menores, mil cien soldados de tropa, trescientos milicianos, dos compañías de negros y seiscientos indígenas flecheros.
 
El 20 de marzo comenzó el bombardeo de Bocachica, fuerte que se encargó de defender heroicamente Blas de Lezo durante 21 días. El 4 de abril, en las horas de la noche, De Lezo se encontraba conferenciando con el virrey en la Galicia, nave capitana, cuando una bala de cañón destrozó la banqueta de Eslava, hiriéndole en los pies, y al general en el muslo y en la mano, únicos que tenía. No por ello abandonó su puesto ni cejó un punto en su celo y vigilancia. El 6 de abril el virrey ordenó la evacuación de Bocachica, movimiento táctico que favoreció a los ingleses, pues se apoderaron del castillo de San Luis. Luego, entre el 8 y 11 de abril, se hundieron los galeones mercantes y dos navíos de guerra para cegar el puerto.
 
El 2 de abril los ingleses habían iniciado el bombardeo de la ciudad y el 26 hundieron la Galicia, con lo que quedaron a don Blas sólo dos navíos. Los ingleses veían cada vez más cerca el triunfo, con la toma de los castillos de Manzanillo y Fuerte Grande. Ante tal situación, el heroico Blas de Lezo hundió sus últimos buques y se preparó a luchar cuerpo a cuerpo, defensa que no pudieron resistir los ingleses. El 28 de abril cesó el fuego y el 30 se verificó el canje de prisioneros. El 20 de mayo no quedó ni una sola vela inglesa en las cercanías de Cartagena.
 
Blas de Lezo murió el 7 de septiembre en medio de dolores físicos y morales, ya que el virrey le había inculpado por los desastres del asedio. Sin embargo, recibió después el merecido reconocimiento de la Corona y a su hijo mayor se le otorgó, en 1762, el título de marqués de Ovieco. Dos siglos después, el 7 de septiembre de 1955, en Cartagena de Indias fue erigida una estatua donada por el gobierno español en homenaje a Blas de Lezo.
 
 
 
 

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