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domingo, 19 de abril de 2015

Batalla de Rocroi

El rey Felipe IV hereda el trono en una situación un tanto decadente de un imperio español que se extiende por todo el planeta y mantiene la hegemonía mundial. No obstante ya no es el inexpugnable imperio al que nadie es capaz de hacer sombra del siglo XVI y ya no llegan las ingentes cantidades de oro que llegaban en el siglo XVI a España. Esta situación les da alas a Francia e Inglaterra que quieren hacerse con el puesto de primera potencia mundial. Francia declara la guerra a España, prácticamente a la par se suceden revoluciones en Portugal y Cataluña alimentadas por los aspirantes al trono mundial, Francia e Inglaterra. Para aliviar la situación en esas zonas y la presión francesa en el franco-condado, Felipe III decide invadir el norte de Francia desde Flandes, siendo la batalla definitiva la que se libra en Rocroi en 1643, en ella se decidirá el destino de la guerra, y una inyección incalculable de moral para el vencedor.

Francisco de Melo capitán general de los Tercios de Flandes estableció un cerco en torno a Rocroi con un ejercito de 22.000 hombres y 24 cañones, que esperaban un refuerzo de 3.000 hombres mas, y 1.000 jinetes. Hacia allí se dirigió el ejército francés compuesto por una tropa algo superior 16.000 hombres, 7.000 jinetes y 24 piezas de artillería. Ambos ejércitos dispusieron la artillería en el frente, la infantería en el centro, y la caballería guardando los flancos. Las tropas españoles convencidas de que el ejercito francés solo quería socorrer la ciudad se desplegaron de forma muy poco eficaz.
Sabedores de esto, los franceses lanzaron un ataque duro de caballería esa misma noche a las 3 de la mañana contra los flancos españoles con el fin de envolverlos pero ambos se mostraron impasibles ante el ataque y causaron grandes bajas entre la caballería gala. Cuando la caballería francesa se comenzó a retirar de forma desordenada la caballería española contraatacó, llegando incluso a capturar piezas de artillería francesa. En ese momento la victoria parecía cercana pero Melo no vio necesario completar el ataque con el avance de infantería y se perdió la oportunidad de acabar con la batalla. El ataque se vio insuficiente y la caballería francesa pronto se reorganizó enviando un nuevo ataque sobre las filas españolas. Los jinetes españoles de Albuquerque aguantaron hasta dos embestidas francesas, pero finalmente sucumbieron en el tercero y se retiraron de forma caótica. No obstante, para parar el avance francés, salieron 5 escuadrones de infantería que frenaron en seco a los caballos galos.
 

Para aliviar el peligro sobre el flanco izquierdo el propio Melo cabalgo reagrupando a la caballería y reuniéndola para establecer de nuevo el frente y liberarlo del acoso francés, pero entonces la infantería gala apoyó a su caballería y los jinetes españoles se disolvieron finalmente. Una vez la caballería estaba fuera de combate, los tercios valones y alemanes que guardaban el flanco se retiraron pues no podían soportar el empuje enemigo. Al menos, en una rápida acción y con las fuerzas francesas despistadas el ejercito español logró capturar las piezas de artillería francesas lo que a pesar de perder prácticamente por completo su flanco izquierdo, les daba una gran ventaja. Fue entonces cuando el ejército francés en una maniobra tan arriesgada como sorprendente atravesó con la mayoría de su caballería el centro español, separando a los veteranos tercios españoles, que eran el corazón y pilar fundamental de su ejército, de los tercios italianos, alemanes y galones. Además también logro acabar con casi toda la caballería que quedaba al ejército español.
 
Tras ver esto los tercios italianos comenzaron a retirarse, pero Melo que esperaba la llegada de refuerzos ordenó a los tercios españoles resistir. No obstante la desbandada de gente pronto llegaría hasta los refuerzos que viendo el curso de la batalla decidieron no acudir. Aquí comienza la parte mas épica de la batalla, los 5 tercios españoles que quedaban formaron un rectángulo en posición defensiva. Las cargas francesas comenzaron, las dos primeras de caballería fueron arrasadas, la combinación de mosquetes y picas era letal para la caballería, y los tercios españoles eran maestros de esas artes. Hay que recordar que sus soldados estaban curtidos en mil batallas, gente que no gustaría a uno tener enfrente en una reyerta. Para la tercera carga los cañones españoles ya no tenían municiones pero aun así, los tercios la consiguieron repeler. Lo mismo ocurrió con otras dos cargas más. Los tercios se estaban mostrando implacables a pesar de las brechas abiertas por la caballería francesa. La formación no se rompía y los españoles se agarraban a la vida. La sexta carga fue de infantería que había recuperado sus piezas de artillería y comenzaron a disparar sobre la formación española. Tras esto tan solo quedaron los tercios de Garciez y Villalba a los que se les unieron los supervivientes de los demás.
 
No obstante los altos mandos franceses temían de los refuerzos que supuestamente se aproximaban y decidió ofrecer una rendición honrosa a las maltrechas tropas españolas. Las condiciones del acuerdo eran muy ventajosas para España dado el estado de la batalla. Garciez capituló, no haciéndolo así el de Villalba que aunque resistió más tiempo al final si acabó aceptando la rendición honrosa.
Las bajas en esta batalla fueron graves para ambos ejércitos pero el rendimiento propagandístico que obtuvo Francia de la batalla fue terrible y elevó la moral de su ejército. Es importante también destacar que Rocroi es la batalla que se considera como el inicio de la decadencia de los tercios, que aunque bien es cierto que ganaron más batallas, sus equipamientos y medios de combate comenzaron a quedarse obsoletos, y pronto el coraje, la valentía y el buen hacer de los soldados españoles no fue suficiente para suplir su obsolescencia, no obstante los tercios aun dieron guerra en Europa durante muchos años.
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

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